Por Zully Rodriguez | Organizadora comunitaria por PCA
A poco más de un año de los cierres por la pandemia, después de que la mayoría de nosotros puso su vida en pausa, entramos en una nueva etapa postpandemia. Ha llegado el tiempo de que los padres de familia cuiden de ellos mismos para que puedan sembrar esperanza en sus vidas y en la de sus familias. Hay mucho por hacer, decisiones por tomar y sobre todo hay mucho por reconstruir, incluyendo nuestro bienestar emocional y sí, tal vez estemos agotados, pero ¡animo! estamos por salir de esta.
Al parecer Nuevo Mexico estará listo para una apertura total en un par de semanas. Las reglas en nuestro estado han sido más estrictas que en otros. Para algunos ha sido lo mejor, para otros ha sido arbitrario, solo el tiempo nos dará esa respuesta.
Mientras tanto hay que reconstruir, en especial nuestra salud emocional y la de nuestras familias. Ya para nadie es un secreto los retos que se han tenido que enfrentar durante esta pandemia, especialmente con los adolescentes, ellos y los estudiantes en general, han sufrido mucho durante este tiempo. Algunos estudiantes han tenido que quedarse sin la tan esperada graduación, o han tenido que dejar los deportes en una etapa crítica, principalmente aquellos que buscaban una beca deportiva para continuar con sus estudios universitarios.
No ha sido nada fácil tampoco para aquellos alumnos que tuvieron que hacer una importante transición de secundaria a preparatoria, y habrá también muchos que recordarán su primer año en la universidad sentados en una silla en la cocina de la casa de sus padres. También un buen número de estudiantes conocieron su escuela ya casi para terminar el año escolar.
Para las escuelas no ha sido mejor, algunas de ellas que requerían una calificación de C como mínimo para pasar al siguiente año y tuvieron que ajustarse a una calificación tradicional (D), teniendo que bajar los estándares acostumbrados para ayudar a sus alumnos a seguir adelante. Definitivamente ha sido un año difícil para todos y los padres hemos tenido que lidiar con eso y mucho más sin poder darnos el lujo de descansar y mucho menos de rendirnos.
Pero no todo ha sido malo, la pandemia nos ha dado la oportunidad de tener un tiempo de reflexión y de reconocimiento. Hemos aprendido de nosotros mismos y hemos tenido la oportunidad de conocer un poco más a nuestros propios hijos. Algunos de nosotros hemos descubierto intereses o hobbies que nos mantuvieron a salvo de la locura por el encierro. También hemos tenido conversaciones más profundas con nuestros hijos y la resiliencia ha sido el platillo de todos los días en casa.
En esta nueva etapa hay preguntas que debemos hacernos y debemos contestarlas de forma muy honesta: ¿Cómo estoy? ¿qué perdí durante la pandemia, cómo lo recupero o cómo lo supero? ¿que aprendí sobre mi familia y sobre mi este último año? ¿surgió algún nuevo interés en mi o en algún miembro de mi familia y como hago para cultivarlo? ¿cuáles son las pequeñas cosas que han mantenido unida a mi familia y como hago para no perderlas cuando regresemos a la “normalidad”?
Contestar estas preguntas de forma honesta podría darnos una pauta de hacia dónde y cómo seguir. Por supuesto que no es fácil, pero la normalidad nos espera a la vuelta de la esquina.